Inglaterra y Estados Unidos serán protagonistas de un poderoso choque en semifinales, donde solo uno podrá clasificar a la gran final de la Copa Mundial de Fútbol Femenino este 7 de julio en Lyon, Francia.
Luego de los electrizantes cuartos de final, donde la escuadra de Estados Unidos venció 2-1 a la anfitriona del torneo, Francia. Megan Rapinoe se ha convertido es su pieza más importante por su liderazgo y efectividad.
Igual a como lo hizo en cuartos de final ante las francesas, Rapinoe se convirtió en la pieza central de ataque de su selección. La delantera, tiene cinco goles en esta edición del torneo, compartiendo liderato de goleo con su compatriota Alex Morgan y su rival, la inglesa Ellen White, las tres con el mismo número de anotaciones.
Es evidente que Morgan no ha tenido mucha incidencia en gran parte de los triunfos del equipo. Los únicos cinco goles que ha marcado, fueron ante Tailandia, en el primer juego de las fase de grupos, luego su olfato de gol se extravió. Sin embargo, la selección estadounidense es fuerte y con solo la dinámica que inyecta Tobin Heat y Rapinoe, junto a Rose Lavelle, pueden desplegar un recital ofensivo letal, así lo demostraron en los cuartos, sometiendo a Les Bleus en gran parte del partido.
La directora técnica Jill Ellis posee el equipo más compacto, y es de las pocas selecciones que tiene el lujo de tener en la banca a jugadoras que son campeonas de 2015 y ganadoras de la medalla olímpica de 2012, como la delantera Carli Lloyd. Es un total desperdicio tenerla sentada, cuando en los pocos minutos que ha jugado acumula tres anotaciones. La estratega debe pensar qué le es más efectivo en el ataque, una Morgan que ha desaparecido en el área o una Lloyd con hambre de gol, y más efectiva en el ataque.
El poder que despliega las tres veces campeona del mundo, es abrumador, han llegado invictas a las semifinales. Su último juego ante Francia dejó claro que no piensan en dejar el trono, porque están conscientes del dolor que causa perderlo, a como lo sintieron en 2011 ante las japonesas, perdiendo esa final en penales.
La selección aspirante a destronar a las estadounidenses, es Inglaterra, dirigidas por el exjugador del Manchester United, Phill Neville. El conjunto británico ha hecho una brillante copa, se ha clasificado a su segunda semifinal consecutiva de este campeonato y es el equipo con mayor posibilidades de arruinarles los sueños a las vigentes campeonas, así lo reflejaron en el 2017 cuando las inglesas vencieron 1-0 a las norteamericanas en un partido amistoso.
Las inglesas son muy fuertes en todas sus líneas. Consolidan una defensa que cubre bien sus espacios, muy ordenadas e incidentes en la marcación. En esa zona es Millie Brigth el ancla del equipo, un martillo incidente que difícilmente se puede doblegar, junto a Steph Hougnton, otra de las figuras claves en el resguardo defensivo.
Es los laterales, la protagonista es Lucy Bronze, quien anotó el gol de la serie ante el triunfo 3-0 ante Noruega en los cuartos de final. No solo su dominio por por el costado es evidente, si no su carácter ofensivo, una vez que tiene la pelota y lo que hace con el mínimo espacio a media o larga distancia.
La jugadora más efectiva en el ataque es Ellen White, con cinco anotaciones. Es una centro delantera con pegada, movilidad y soltura en el área, rápida en sus movimientos, es el elemento más letal del equipo inglés. Junto a White está Nikita Parris, una brillante delantera extrema con un talento táctico impresionante, a ella se le une en el otro extremo Toni Duggan, pero la responsable de ser la arquitecta del medio campo, es Jill Scott, una jugadora con visión de campo, que distribuye muy bien la pelota y al mismo tiempo ser una peligrosa atacante.
Es una semifinal muy pareja, ambas selecciones están igual de compactas, pero solo una clasificará a la final. Estados Unidos lograr avanzar para retener su corona e Inglaterra en busca de su primera final en la historia del fútbol femenino.