El Real Estelí salió desde el séptimo infierno, resucitó de entre los muertos y encontró, en Henry García, la cábala perfecta para darle vuelta a un partido que parecía perdido mientras Diriangén quiso comerse la sandía antes de arrancarla y se quedó como la novia de Tola y perdió un partido que debió ganar.

Roberto Chanampe cambió a una línea de cuatro, porque el que se quema con leche hasta las cuajadas sopla, y quiso evitar pasar malos ratos como el sufrido contra el CD Ocotal donde la línea de tres no resultó. Pero Diriangén sintió que tenía el partido en la bolsa y se echó a dormir.

Con un inicio de ensueño, Diriangén se encontró con un escenario inimaginable tras ver a Luis Fernando Coronel marcar un doblete que parecía encaminar al Cacique a un nuevo éxito en el Clásico. La Tribu golpeó pronto con Patrick Torelli desbordando por derecha y enviando una pelota perfecta a la cabeza de Luis Fernando que no falló frente a César Salandia que nada pudo hacer.

La ventaja le dio aire a Diriangén que adelantó las líneas y empezó a dominar la primera parte con Jason Coronel como eje en la zona media y con los desbordes de Patrick Torelli y Jonathan Pacheco por derecha, la zona donde los diriambinos fueron incidentes. Justo por ese mismo costado llegó el segundo gol blanquinegro cuando en un cobro de tiro libre el Diriangén ejecutó rápido y el Real Estelí bostezó y al hacerlo bajó la guardia. Pacheco prolongó y Coronel volvió a llegar con la pierna extendida para establecer el 2-0.

Posiblemente la ventaja apareció, inesperada, y de forma precoz. Diriangén mostró toda su capacidad para no saber manejar su liderato.

Para la segunda parte, Diriangén pudo marcar el tercero, pero un disparo violento de Torelli fue atajado por César Salandia en lo que fue el momento determinante del partido porque el Estelí salió del coma y reaccionó. Estelí pisó el acelerador y se encontró con un gol con la casualidad por delante. Byron Bonilla levantó una pelota que remató con fragilidad Douglas Caé, la pelota llegó a las manos de Miguel Rodríguez que no supo reaccionar y terminó metiendo la pelota en su propio arco.

La pifia de Miguel le dio vida a un muerto y el Estelí entendió que era momento de golpear a un rival moralmente acabado. Otoniel Olivas decidió sacar a los invisibles Juan Barrera y Byron Bonilla para darle espacio a Henry García que se robó el show. Henry fue la mente maestra en el gol del empate al cruzar una pelota que Ewerton da Silva no desaprovechó y luego marcó un golazo para clavar la última estocada en el pecho del Cacique.